por Robert Murray McCheyne

elcorazonquebrantado1«Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Salmo 51:17).

Ningún otro salmo expresa tan plenamente la experiencia por que atraviesa el alma que ha sido guiada al arrepentimiento Su humilde confesión de pecado (va. 3, 4 y 5); su deseo intenso de ser perdonada por los méritos de la sangre de Cristo (v. 7); su ansiedad porque el Señor le conceda un corazón puro (v. 10); su voluntad de ofrecer, de rendir algo a Dios por todos sus beneficios.

Dice el salmista que él enseñará a los prevaricadores el camino de Dios; dice que sus labios, por la gracia. de Dios, se abrirán para publicar las alabanzas de Dios; manifiesta que ofrecerá a Dios un espíritu quebrantado y humillado (va. 16, 17). Viene a decir que, del mismo modo que ha ofrecido —siguiendo los ritos mosaicos– numerosos corderos inmolados ¡u acción de gracias a Dios, también ahora ofrecerá a Dios, como un cordero inmolado, su quebrantado corazón. Cada uno de vosotros, quienes habéis hallado el mismo perdón de Dios, llegasteis en el pasado a la misma resolución, la de ofrecer a Dios un corazón quebrantado, lo cual nuevamente os será grato hacer hoy.

I. EL CORAZÓN NATURAL ES UN CORAZÓN NO HERIDO, NO QUEBRANTADO.

La ley de Dios, sus misericordias, las aflicciones que le acontecen, no quebrantan el corazón natural. Oye hablar de la ley de Dios y de su misericordia y continúa impasible. Es más duro que una piedra. Nada hay en el universo tan duro. «Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia» (Isaías 46:12). «Hemos recorrido la tierra y he aquí que toda la tierra está reposada y quieta» (Zacarías 1:11). «Yo escudriñaré a Jerusalén con candiles y haré visitación sobre los hombres que están sentados sobre sus heces» (Sofonías 1:12). «Endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron tornarse» (Jeremías 5:3). «Mujeres reposadas y confiadas, oh confiadas» (lsaías 32:9-11).

¿Por qué? ¿Por qué es tan duro, el corazón natural?

Primero: Porque hay un velo sobre él. Porque el corazón del hombre natural se halla cubierto por un espeso velo. No cree en la, Biblia, ni en lo estricto de la ley, ni en la ira que ha de venir; un trágico velo cubre sus ojos.

Segundo: Porque Satanás es dueño del corazón natural. Satanás se lleva la semilla tan presto como puede.

Tercero: Porque el hombre natural está muerto en delitos y pecados. Los muertos. no oyen, ni sienten; carecen de sentimientos y de sensibilidad.

Cuarto: Porque se ha construido una barrera de despreocupación que le resultará mortal. El corazón natural confía a lo más en cualquier refugio falso, refugio de mentira, como dice la Biblia. Confía en la oración, o en las limosnas.

Pedid, amigos, a Dios que os libre de la maldición de un corazón muerto, no quebrantado, no contrito y humillado. Primero, porque no pasará mucho tiempo tranquilo en su falsa confianza; os halláis sobre lugares resbaladizos y las olas del océano rugen bajo vuestros pies. Segundo, porque Dios os denostará en la eternidad en vuestra calamidad. Si vosotros os volvéis ahora, hay esperanza de perdón cierto. Los ministros y los cristianos están preparados y Cristo mismo también lo está; pero después, en la eternidad, su denuesto caerá sobre vosotros.elcorazonquebrantado2

II. EL CORAZÓN DESPERTADO ES UN CORAZÓN HERIDO, PERO NO QUEBRANTADO, NO ROTO.

1. La ley inflige la primera herida. – Cuando Dios se dispone a salvar un alma, la lleva primeramente a preocuparse de sus pecados. «Maldito es todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas». «Así que yo, sin la ley vivía por algún tiempo, mas venido el mandamiento el pecado revivió y yo morí». La vida y el corazón de cada uno adquieren entonces tremendos colores.

2. La majestad de Dios produce la segunda herida. El pecador recibe la sensibilidad que le hace sentir la grandeza y santidad de Aquel contra quien ha pecado. «Contra ti, a ti solo he pecado» (v. 4).

3. La tercera herida procede de su propia incapacidad para mejorarse. – En este estado el corazón todavía no ha sido quebrantado; el corazón se levanta contra Dios. Primero, a causa de lo estricto de la ley: ¡Si no fuese tan exigente…!» Segundo, porque sea la fe el único camino de la salvación y ella constituye un don de Dios: «¡Quisiera merecerse la salvación y ganarla!» Tercero, porque Dios sea soberano y pueda salvar o no, según su voluntad. Esto es lo que hay en el corazón no quebrantado. No existe otro estado y situación más miserables.

Aprendamos que una cosa es ser despertado y otra muy diferente ser salvado. Amigos, no descanséis en vuestras opiniones.

Esperen el próximo sábado la segunda parte de esta maravillosa reflexión de este gran pastor y predicador escocés del siglo 19 (1813-1843).

Un abrazo, con cariño…Josh