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En mi país El Salvador estamos a punto de presenciar un hecho sin precedentes: la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Este sábado 23 de mayo de 2015 se ha preparado un magno evento para beatificar a uno de los hombres más admirados por muchos salvadoreños y gente alrededor del mundo. Este sábado, el país se paralizará y la gente desde ya está viviendo con mucha pasión y esperanza el evento – inclusive hay asueto el viernes y sábado. Ante tanta mala noticia y desgracia – he de decirlo crudamente sin querer sonar trágico – que solemos tener en nuestro país, este evento viene a traer mucha ilusión y esperanza a nuestra gente. El tema en sí mismo es bastante escabroso y polémico y se ha tendido a politizar y a despertar pasiones entre los dos extremos en cuestión y entre los feligreses y población en general.

Jon Sobrino de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) dijo lo siguiente en un escrito publicado por dicha institución ante la inminente beatificación de Monseñor Romero: “Santo es el intercesor, quien está en favor nuestro, intercediendo ante Dios en lenguaje de la tradición, quien da ánimo, fuerza, vida y esperanza en lenguaje histórico….Más allá de su utilidad como intercesor y modelo, santo es quien hace presente la ternura de Dios en este mundo, ante lo cual sólo cabe decir «gracias»…A este Monseñor hay que ponerlo en lo alto para que sea luz que ilumine las tinieblas y sea ánimo que venza a la indiferencia…Y ese Monseñor es el que el pueblo espera que sea canonizado, el que sea presentado como protector y modelo de este pueblo…todos tienen derecho a invocarle y a todos puede hacer un gran bien.”[1]

Este post no es ni político, ni religioso, ni nada por el estilo. Lo único que quiero es que veamos a la luz del que debe ser nuestro único estándar de medición, la Biblia, lo que Dios dice al respecto de este tema. Al final de cuentas no importa lo que tú y yo creamos, sino lo que Dios ha dicho al respecto. Su Palabra es la verdad, la única verdad y sigue siendo relevante hoy en día y debe ser nuestra única fuente de vida y verdad, porque si no nos extraviamos o nos confundimos entre tantas “voces” que hablan hoy en día. Lo que hablo acá no son mis opiniones sino lo que la Biblia evidencia. Como todos, tengo una opinión particular de muchas cosas, lo mismo con este tema, pero trataré de que hable la Palabra y no yo; trataré de evidenciar los puntos y fundamentarlos para que ustedes puedan tomar sus propias conclusiones en base a evidencias, no a sentimientos ni a opiniones.

¿Qué quiere decir beatificación y canonización?

La beatificación “es la etapa más cercana a la canonización de un santo en la Iglesia Romana Católica. Los procesos de canonización están gobernados por los decretos del Papa Urbano VIII en 1625, 1634 y 1642, y por los de papas que le siguieron…Una vez que el Papa ha declarado la beatificación…se le da al candidato el título de Bendito, y se permite que se le dé culto dentro de una diócesis, orden religiosa o provincia específica.”[2]

La canonización “es un decreto eclesiástico concerniente a la veneración pública o eclesiástica de un individuo”[3]; es el “acto mediante el cual la Iglesia católica, tanto en su rito oriental como en el occidental, declara como santo a una persona fallecida. Este proceso comprende la inclusión de dicha persona en el canon, la lista de santos reconocidos, así como el permiso para rendir culto público y universal a esa persona, a la cual se le asigna una fiesta litúrgica, se le dedican iglesias, capillas o altares, y se reconoce su poder de intercesión ante Dios.”[4]

Según la Wikipedia “hay cinco pasos en el proceso oficial de la causa de los santos, una vez transcurridos cinco años desde la muerte del candidato o candidata: 1) Postulación: se presenta y da a conocer la intención de elevar a la santidad a esa persona, y se recaban datos biográficos y testimonios; 2) La persona es declarada «sierva de Dios»; 3) La persona es declarada «venerable»; 4) Beatificación: la persona es declarada «beata» si se prueba la existencia de un milagro debido a su intervención; y 5) Canonización: la persona es declarada «santa» cuando puede atribuírsele un segundo milagro.” En el caso de Monseñor Romero estaríamos ante el cuarto pacto.

¿Qué dice la Biblia al respecto?[5]

Santos posicionalmente:

  • 1 Corintios 6:11 “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
  • Efesios 4:11-12 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,”
  • 2 Timoteo 1:9 “Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo;”

En la Biblia la palabra “santo” quiere decir “apartado” o “puesto aparte” y “en la mayoría de los casos es la trad. del hebr. Qadosh y del gr. Hágios, los cuales indican un estado que designa a todos los creyentes por igual, por haber sido consagrados a Dios en virtud de la expiación llevada a cabo en el Calvario y por la recepción del E. Santo”[6]. Esta palabra denota la posición que tienen los cristianos verdaderos ante Dios. Cristo y su sacrificio en la cruz ha hecho que ellos sean posicionalmente apartados para Él, puesto que son suyos y Él los escogió desde antes de la fundación del mundo. Son santos y han sido santos todos aquellos que están en Él; lo son en Él, por Él y para Él. Él ha decidido quienes han de serlo – todos los suyos – y no es del hombre decidir o declarar quién ha de serlo ya que la salvación es del Señor[7].

Santos Progresivamente:

  • 2 Corintios 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
  • 1 Pedro 1:15-16 “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”
  • 2 Corintios 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”

Aparte de esto, hay un proceso de santificación que es progresivo, el cual también es cierto para todos aquellos que por gracia por medio de la fe hemos creído en Él y hemos sido resucitados por Él a una vida nueva. La Palabra de Dios nos dice que los que estamos en Cristo somos santos, apartados para Él. También se nos invita, se nos anima y se nos demanda que seamos santos como Él, que busquemos parecernos más a Él cada día más hasta que lleguemos a su presencia. La santificación “es una obra progresiva de Dios…la cual nos hace cada vez más libres del pecado y más parecidos a Cristo en nuestra vida actual…Si se considera en unión con la regeneración, la santificación es instantánea. Si se considera como un proceso, la santificación es progresiva, ya se tome en sentido de ´hacer lo santo´ o de ´apartarse de lo no santo´…”[8]

Los que creemos en Cristo somos santos; sin embargo, contrario a la evidencia de la Palabra, el Catolicismo Romano declara beatos y posteriormente santos a los muertos, atribuyéndole además cualidades divinas, como veremos más adelante en el siguiente punto. No hay razón ni lógica ni justificante en hacer esto. A pesar de la contundencia de la evidencia Bíblica, el hombre decide declarar santo al hombre; ahora se le pide a él y se le venera y adora a él. Todo por mandatos de hombre. Si ven en la definición del principio no dice que esto se basa en la Palabra de Dios sino que se hace porque está “gobernado por los decretos del Papa”. Más claro imposible. No importa que Dios ha dicho quiénes son los santos en la Biblia, se decide por designios humanos desde la época medieval quién es santo y se le venera y adora como a Dios.

Intercesor y Receptor de Veneración y Culto:

  • 1 Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios,y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre,”
  • Hebreos 9:15 “Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto,para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.”
  • Romanos 8:34 “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
  • Éxodo 20:4-5 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso…”
  • Mateo 4:10 “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.

De los versículos anteriores es sumamente claro que el único mediador es Cristo. ¿Por qué buscar más? ¿Qué acaso Cristo no es suficiente? ¿Qué acaso no creen que Cristo sea Dios también que necesitamos de la intercesión de hombres aparte de la de Cristo? Ahora los santos también son mediadores y no importa que Cristo haya dicho que Él es el único camino, la única verdad y la vida. Él es el mediador, él único. Nadie más puede, todos los demás están muertos. Él está vivo, es Dios y por eso puede hacerlo.

Debemos orar a Dios por medio de Cristo como Mediador nuestro y adorarlo solo a Él. Los santos de la iglesia católica son adorados y reverenciados y también son objeto de oraciones o rezos para que intercedan por ellos. Esa atribución la tiene solo Cristo por medio de quién tenemos libre acceso o entrada al trono de la gracia. Dios no comparte su gloria con nadie y Él es el único digno de recibir adoración. La Palabra de Dios prohíbe el hacer imágenes y adorarlas y adorar a los hombres. Ni siquiera los apóstoles aceptaron ser adoradores; siempre rindieron toda la gloria al único digno de recibirla.

Siendo Cristo el único Mediador para llegar ante Dios, es completamente ajeno a la enseñanza Bíblica el adorar a los santos u orarles como mediadores. Como dice la Segunda Confesión Helvética de Fe de 1566 en su artículo 5: No hay que adorar a los «Santos», ni venerarlos, ni invocarlos. Por eso no adoramos a los santos celestiales o divinos, ni los veneramos a lo divino, ni los invocamos, ni los reconocemos como intercesores y mediadores entre nosotros y el Padre que está en los cielos.  A nosotros nos basta con Dios y el Mediador Cristo, y la honra, honor y gloria que rendimos a Dios y a su Hijo, como es debido, a nadie más los daremos; pues Dios ha dicho expresamente:«…no quiero dar a otro mi gloria…» (Is.42:8) Y Pedro dice: «…no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres por el cual seremos salvados…» (Hech.4:12) Quienes por la fe han hallado paz en ese nombre, solamente se atienen a Cristo.”

Conclusión

Claramente toda enseñanza y práctica de beatificación/canonización es contraria a lo que la Biblia sí enseña y demanda. Con mucho respeto lo digo, sin ánimo de ofender, pero no hay ninguna razón de alegría ni de esperanza en que otro hombre interceda por mí ante Dios. Si tengo a Cristo en esa función, ¿qué más necesito? ¿Que acaso un beato o un santo son omnipresentes como Dios que escuchan las rogativas de todos sus “fieles”? ¿Acaso un beato o santo es digno de recibir culto como a Dios? Solo Dios es digno de gloria y si algo hacemos que no dé la gloria a Él solamente sino que a alguien más, valdría decir las mismas palabras de Jesús en uno de los pasajes citados: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.” Esto se resume básicamente como idolatría, lo cual es pecado. Debemos defender la verdad y la verdad es Cristo y su Palabra. Todo lo que sea normas de hombre es nada más que eso. Nosotros creemos y confiamos en todo el consejo de su Palabra. Es su Palabra la verdadera vara de medición, el estándar por el cual debemos regirnos. Su Palabra es verdad, infalible e inerrante. El hombre falla y cualquier norma puesta por el hombre es falible.

Que la gloria la reciba siempre Dios porque nos ha hecho santos, apartados para Él; porque podemos venir ante Él y pedirle que interceda por nosotros ante Dios y porque Él es el único digno de toda gloria y honor. Todo lo que hizo es por gracia; no hay mérito en el hombre. La salvación es de Él.

Josh

@josh0606

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[1] Sobrino, Jon. http://www.uca.edu.sv/publica/eca/593com1.html

[2] Harrison, Everett F. Diccionario de Teología, pág.87

[3] Harrison, Everett F. Diccionario de Teología, pág.96

[4] http://es.wikipedia.org/wiki/Canonizaci%C3%B3n

[5] A pesar de que hay más pasajes bíblicos que ilustran el punto me limito a un par de ellas para no extenderme mucho.

[6] Lacueva, Francisco. Diccionario Teológico Ilustrado, pág. 533

[7] Salmo 3:8

[8] Lacueva, Francisco. Diccionario Teológico Ilustrado, pág. 532