No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor……sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo. 2 Timoteo 1:7-9
Un joven malgache expatriado se había convertido al Señor. Cuando regreso a su país deseaba mucho que la gente de su pueblo conociese a Jesucristo y que se construyese un lugar de culto. Pero sabía, por experiencia propia, que sus compatriotas temían mucho al poder de sus antepasados muertos.
Cerca del pueblo había un terreno considerado maldito por uno de sus ancestros. Éste había predicho que el que cultivase ese campo moriría ese mismo año. El joven reunió a los aldeanos y les dijo:
“Voy a cultivar el campo maldito, porque sé que Jesús es más fuerte que todos los espíritus, cualesquiera que sean. Si muero, ustedes pueden concluir que me equivoqué y que los antepasados son más poderosos que Cristo; pero si no me ocurre nada, reconozcan que Jesús es vencedor de los espíritus de los muertos, y entonces permitan que se edifique aquí un lugar de culto, en donde les enseñaré todo lo que conozco de él”.
Aceptaron la propuesta y el joven cultivó el campo. El año pasó y el creyente no sufrió ningún daño. Entonces construyeron un local de reunión en ese campo, donde actualmente se reúnen aquellos que desean rendir culto a Dios y escuchar su Palabra.
¿No deberíamos testificar con la misma fe, en su sencillez y fuerza, respecto al poder de Aquel en quien hemos creído?
Tomado del libro devocional “La Buena Semilla”