Siempre hubo debate[1] respecto de si Dios está en control de todas las cosas o solo nos dejó con ciertos patrones y leyes naturales para regularnos. El hombre quiere ser libre; quiere sentirse libre. Hay un rechazo natural (y por supuesto, pecaminoso) a cualquier indicio de un Dios que es soberano sobre todo. El postmodernismo de hoy rechaza los absolutos. La soberanía de Dios y su plan eterno a través de decretos les provoca en sus fibras más íntimas. El cristianismo ortodoxo y el calvinismo conservador (no hiper-calvinista) por su parte, rechaza el que seamos simples robots o marionetas. Si esto es así, no hay sentido en vivir. Lo que va a pasar, pasará. No tenemos culpa de nada. Philip Schaff dijo alguna vez al referirse a la discusión de cómo balancear la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre que era “la pregunta de las edades”[2].

El tema que nos atañe es trascendental. La gloria de Dios, su soberanía, nuestra esperanza y destino eterno están en juego. Si el hombre es el que hace que todo suceda por su “libre albedrío”, entonces Dios está a la espera de ver qué hace para entonces reaccionar. Creemos en la ortodoxia que Su Palabra es clara al respecto. Dios es soberano y está en control de todo cuanto sucede. Esa es nuestra esperanza: “El consejo del Señor permanece para siempre, los designios de su corazón de generación en generación” (Sal 33:11)[3].  Él es el soberano y hará que su plan eterno – sus decretos – se cumpla. Pero el hombre es en última instancia responsable del mal que haga y no Dios. Dios se llevará siempre toda la gloria y cumplirá Su propósito en el mundo y en el ser humano.

Las próximas entradas de blog ampliarán acerca de este tema que acarrea tanta confusión. ¡Espéralas!


[1] Robert Shaw, The Reformed Faith: Exposition of the Westminster Confession of Faith (Fearn, Ross-shire, Scotland: Christian Focus Publications, 2008), 81.

[2] I. John Hesselink, “Sovereign Grace and Human Freedom,” Reformation & Revival Journal 12, no. 2 (Spring 2003): 11.

[3] A menos que se indique lo contrario todas las citas de la Escritura en este ensayo son de la traducción de la Biblia de las Américas.