La celebración del Día de Acción de Gracias
Hoy se celebra en los Estados Unidos principalmente el Día de Acción de Gracias o “Thanksgiving”; una tradición en la que las familias se reúnen para agradecer a Dios por las bendiciones recibidas en el año.
Cuenta la historia que tiene sus orígenes en el año 1621 en Plymouth, en el actual Massachusetts. Los peregrinos venidos del Viejo Mundo huyendo de una persecución religiosa pasaron hambre durante el invierno de 1620-1621. En la primavera, los nativos les enseñaron a sembrar cultivos, a cazar y a pescar.
Como resultado de esto, en 1621 los colonos obtuvieron abundantes cosechas y en agradecimiento invitaron a los indígenas a compartir un banquete.
Pregunta, ¿Por qué está usted agradecido hoy? ¿Hay algo que agradecer a Dios?
Me hacía esta misma pregunta meditando en la reflexión de hoy y en la festividad de este jueves 28 de noviembre, 2013.
El evangelio es motivo de gratitud constante
Podemos estar agradecidos por muchísimas cosas: regalos, salud, reencuentros, viajes, vacaciones, negocios, familia, prosperidad, bodas, nacimientos, graduaciones, fiestas, etc.; pero…la verdadera razón por la cual dar gracias a Dios hoy y siempre es…SU GRACIA.
¿Por qué? Veamos lo que Pablo expuso a la iglesia en Corinto en su 1era carta, capítulo 15 y versículos del 1 al 10:
“(1) Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis;
Muchas veces hemos escuchado la palabra evangelio, pero ¿qué es realmente?
Evangelio significa “buenas nuevas”. Pablo les dice a los Corintios que habían recibido esas buenas noticias y que perseveraban en ellas.
Luego continua en el versículo 2 así: “(2) Por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.”
Pablo agrega algo más y dice que si habían recibido esas buenísimas noticias y perseveraban en ellas y retenían todo, entonces eran salvos.
Pero bueno, ¿qué son estas buenas nuevas entonces? Podemos verlo en Romanos: “…Esta es la palabra de fe, la cual predicamos: Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”[1]
Había algunos en la iglesia de Corinto y gente de la época que negaba la resurrección de los muertos. Esta doctrina es clave para nuestra fe porque si no existe la resurrección de los muertos Cristo no resucitó y no tenemos esperanza futura y todo lo que hacemos hoy es en vano.
Pablo comienza una defensa de esas buenas noticias – del evangelio – y da una explicación clara de la obra de Cristo y su resurrección. Veremos más adelante que esto no es sino su gracia obrando a favor nuestro para que nosotros por esa misma gracia pudiésemos ser libres del pecado y la muerte y para que al final de los tiempos podamos estar en su presencia.
Leamos lo que dice Pablo a partir del versículo 3:
“(3) Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: (acá vienen las nuevas noticias) Que Cristo fue muerto por nuestros pecados conforme a las Escrituras; (4) Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; (5) Y que apareció a Cefas, y después a los doce. (6) Después apareció a más de quinientos hermanos juntos; de los cuales muchos viven aún, y otros son muertos. (7) Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles. (8) Y el postrero de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.
¿Por qué Pablo se refiere a un niño abortado o prematuro? Parece que no tiene nada que ver esa idea acá. Realmente está tratando de poner un ejemplo significativo.
Recuerdo cuando Dani nació. Tuvo que nacer vía cesárea, de emergencia, a los 8 meses de embarazo; es decir, prematuro. Cuando llegamos a casa era tan pequeño que ni la ropa talla 0 le quedaba; tuve que ir a buscar ese mismo día alguna ropita que fuera para prematuros, igualmente con los pañales, los que teníamos le quedaban gigantes – ¡todo le quedaba tan grande! Era tan pequeño e indefenso…
Esa es la idea que Pablo da cuando habla de sí mismo. Pablo no tenía problemas de autoestima ni nada por el estilo; simplemente estaba sumamente consciente de su estado natural ante Dios, de su pecaminosidad y de cómo su vida había sido una ofensa para Dios.
Continua en el versículo 9: “(9) Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí la iglesia de Dios.
Pablo sabía que había pecado contra Dios, su crimen era muy grande porque perseguía y mataba cristianos por su celo religioso, y aun así, sin merecerlo, Dios se le apareció y cambio su vida. Pero para Dios las cosas funcionan diferente…
Luego dice: “(10) Empero por la gracia de Dios soy lo que soy: y su gracia no ha sido en vano para conmigo; antes he trabajado más que todos ellos: pero no yo, sino la gracia de Dios que fue conmigo.
¿Qué nos dice esto?
- Que no hay pecado grande ni chico para Dios; el pecado es una afrenta en contra de Dios, sea cual sea, no hay nada qué hallamos hecho o dejado de hacer que Él no pueda perdonar si aceptamos su sacrificio hecho por nosotros.
- Que para Dios no hay corazón tan duro que Él no pueda derretir o quebrar.
- Qué la gracia de Dios es suficiente para perdonar nuestros pecados, pagar la deuda, reconciliarnos con Dios y darnos acceso a Él, libremente, por los méritos de Jesucristo.
La Palabra de Dios dice que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados[2] y que la paga del pecado es la muerte[3]. Estábamos separados de Dios, alejados de la fuente de vida y rumbo a una eternidad sin Dios.
La buena noticia es que si hemos aceptado su gracia y perdón, Él nos ha perdonado y limpiado de toda maldad[4] por eso debemos estar agradecidos con Él por sobre todo.
Él nos ha dado vida eterna cuando lo que merecíamos es la muerte, estar separados de Él. Su gracia nos ha hecho libres del poder del pecado y de la paga del pecado. Cristo lo hizo posible por su muerte y resurrección. Nuestra esperanza es Él.
Quiero terminar con lo que dice en Tesalonicenses: “dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús.”[5]
En este día de acción de gracias, demos gracias a Dios por todo: lo bueno, la malo, lo no tan bueno, pero principalmente demos gracias por Cristo, por lo que hizo por nosotros y porque si estamos en Él lo tenemos todo. Él garantiza nuestra vida eterna así que incluso si no tuviese nada en la tierra, lo tengo todo, puesto que lo tengo a Él.
¡Un abrazo grande!
Josh