Atanasio nació y murió en el 296 d.C. y 373 d.C. respectivamente, y era originario de Alejandría, ciudad de Egipto.[1] Otros autores lo ubican naciendo en el 293 d.C.[2] Algunos dicen que pertenecía a las clases bajas de Egipto y era de piel oscura y pequeño – le apodaban “enano”.[3] Otros, sin embargo, dicen que “nació de padres adinerados en Alejandría”[4]. Su amigo Gregorio dijo que “era un hombre pequeño y delgado con un bonito rostro, ojos agudos y un aura misteriosa de poder que afectaba incluso a sus enemigos.[5] Se le identifica a este padre de la iglesia como dentro del grupo de los teólogos alejandrinos.[6] Fue uno de los “arquitectos de la fe de Nicea – la confesión teológica de la divinidad de la Palabra de Dios encarnada personalmente en Cristo”.[7] Atanasio estuvo en el Concilio de Nicea como diácono y secretario.[8] A pesar de su participación “pasiva” vino a ser uno de los campeones en su defensa contra el arrianismo ya que era un gran teólogo.[9] Se convirtió en obispo en su ciudad y lucho firmemente por la deidad de Cristo tal como se acordó en el Concilio de Nicea.[10] Otros, como Needham, dicen que fue desde el afamado Concilio de Nicea que él se dio a conocer como un elocuente argumentador.[11] Fue en el 328 d.C. que Atanasio vino a ser el nuevo obispo de Alejandría.[12] Alejandro, su precursor como obispo y quien fue su tutor y “jefe” por mucho tiempo, le recomendó antes de morir para que fuese su sucesor.[13] Por esa razón, la iglesia lo escogió. Aparte de esto, lo conocían. Aún se le conoce como “uno de los gigantes de la historia cristiana, debido a su parte en definir la doctrina de la Trinidad en las luchas con los arrianos”[14].
Tanto fue su impacto que se le conoce como uno de los más importantes teólogos de la época, el pastor más importante de Alejandría y debido a su constante lucha por la verdad – la ortodoxia, se le conoció como el “Padre de la Ortodoxia”[15] Es debido a su valentía en la defensa de la fe, que muchos ven en él a otro Lutero, luchando arduamente por la verdad contra el mundo entero.[16] González dice que fue “el principal y más decidido defensor de la fe nicena”[17]. Fue muy amigo de los monjes del desierto, quienes lo ayudaron muchas veces; era muy cercano al pueblo y vivía una vida sencilla, por eso les temían los arrianos.[18]
Fue en sus años veinte que Atanasio fue asistente del obispo de Alejandría, fue por ello que siendo muy jovencito atendió importantes concilios.[19] Cuando dicho obispo murió, vino a ser su sucesor en la iglesia de Alejandría, supervisando otras ciudades a la vez.[20] Tiempo después, Constantino le exiliaría por no querer aceptar las enseñanzas de Arrio. Esto es consecuente con el carácter que había demostrado a la fecha.[21] Fue exiliado muchas veces en el transcurso de su vida.[22] De hecho estuvo en exilio cinco veces por un período total de 17 años.[23] Después de muchos pleitos y discusiones teológicas González lo resume así:
La mayoría de la iglesia se fue reuniendo de nuevo en su apoyo al Concilio de Nicea, hasta que… el Segundo Concilio Ecuménico, reunido en Constantinopla en el 381, ratificó la doctrina nicena. Empero Atanasio no viviría para ver el triunfo final de la causa a que había dedicado casi toda su vida.[24]
Las dos obras principales de Atanasio fueron las siguientes: «Sobre la Encarnación del Verbo» y «Discursos Contra los Arrianos».[25] Él defendió que “cada miembro de la Trinidad está involucrado de manera única en la redención”[26]. Se enfocó en la soberanía de Dios, lo cual era su fundamento. Creía en la doctrina de la depravación total de la raza humana, afirmó que Dios eligió a su pueblo para ser salvo por medio de Cristo; explicó que aunque muchos escuchen el mensaje de la Escritura, sólo unos pocos son capaces de responder, por gracia. Needham nos relata que su teología se basaba en la salvación como doctrina, sin embargo creía que esta significa la deificación o divinización del ser humano basándose en 1 de Pedro 1:4.[27] Obviamente esto lo llevó un paso más allá de lo que es realmente la verdad. Luchó arduamente toda su vida por la deidad de Cristo, enfrentándose a penurias y dificultades por su defensa de la verdad en contra de los arrianos.[28] Muchos reconocieron su increíble determinación y Needham dice que:
Combinaba un coraje moral alto, una mente ágil, un sentido del humor que contagiaba y una tolerancia amplia de mente de muchas diferencias teológicas entre todos los que estaban unidos a él en su lucha contra los arrianos.[29]
A pesar que lo exiliaron hasta cinco veces de Alejandría, una y otra vez regresaba y apoyado por la iglesia y el clero luchó hasta el final por la verdad.[30] Las cinco ocasiones que lo exiliaron son las siguientes: 1) del 335-37 d.C. (Tréveris), 2) del 339-46 d.C. (Roma), 3) del 356-61 (en el desierto egipcio con unos monjes), 4) del 362-63 (en Egipto), 5) del 365-66 (en Egipto).[31] Dowley dice que “vivió lo suficiente para dar la bienvenida a la nueva teología nicena de los 360 d.C. y a los padres capadocios”[32]. Atanasio “se paró como una roca en defensa del credo adoptado en Nicea: su personalidad, predicación y escritos hicieron más que cualquier otra cosa para lograr la victoria para la posición nicena”[33]. Evidentemente no se andaba con rodeos y era un apasionado. Creyó en la verdad de la Palabra de Dios y no se cansó de luchar en toda su vida. Es verdaderamente un gran ejemplo a seguir.
[1] McGuckin, The Westminster Handbook to Patristic Theology, 35.
[2] Vos, Breve Historia de La Iglesia Cristiana, 23.
[3] González, Historia Del Cristianismo, 185.
[4] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 147
[5] Needham, 2,000 Years of Christ’s Power. Part One: The Age of the Early Church Fathers, 208.
[6] Vos, Breve Historia de La Iglesia Cristiana, 22-23.
[7] McGuckin, The Westminster Handbook to Patristic Theology, 35.
[8] Ibid.
[9] Vos, Breve Historia de La Iglesia Cristiana, 23.
[10] Ibid.
[11] Needham, 2,000 Years of Christ’s Power. Part One: The Age of the Early Church Fathers, 208.
[12] Ibid.
[13] Ibid.
[14] Dowley, Introduction to the History of Christianity, 121.
[15] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 147.
[16] Ibid.
[17] González, Historia Del Cristianismo, 185.
[18] Ibid., 185-86.
[19] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 148.
[20] Ibid.
[21] Ibid.
[22] González, Historia Del Cristianismo, 188.
[23] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 149.
[24] González, Historia Del Cristianismo, 191.
[25] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 150.
[26] Ibid., 151.
[27] Dowley, Introduction to the History of Christianity, 210.
[28] Ibid..
[29] Ibid.
[30] Ibid., 122.
[31] Ibid., 121.
[32] Ibid., 122.
[33] Ibid., 121.