“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros: como os he amado, que también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Juan 13:34-35
Qué grande mensaje nos deja Jesús en este pasaje: que nos amemos los unos a los otros. Él nos ha dado el ejemplo, amándonos primeramente, perdonándonos y muriendo por nosotros en la cruz. Él no te pide que mueras en la cruz por alguien, Él ya lo hizo por todos. Él solo nos pide que nos amemos los unos a los otros y como consecuencia nos perdonaremos mutuamente nuestras faltas y ofensas.
Él nos amó con amor eterno, Él nos amó primero, por eso es que le amamos, porque Él puso su mirada en nosotros, nos escogió y nos dio la vida eterna.
Jesús va más allá y les dice que si realmente somos sus discípulos, que debemos amarnos los unos a los otros. ¡Wow! Cuantas veces decimos ser discípulos de Cristo y no nos amamos, no tenemos misericordia para con nuestro hermano; nos mostramos “desgraciados” – si me entienden lo que quiero decir: faltos de gracia. Es tiempo de amarnos los unos a los otros y así ser verdaderos discípulos de Cristo. No te engañes, si no amas a tu hermano, incluso al que te hace mal, Cristo no será exaltado en tu vida, y eso es robarle su gloria. Qué fuerte ¿no?
Que la gente nos vea y que vean a Cristo y que Él reciba toda la gloria. Que cuando nos vean, hablen de lo mucho que nos amamos como hermanos.
Debemos amarnos y respetarnos mutuamente negándonos a nosotros mismos y en gratitud a Cristo. Cristo debe ser el que nos une y Él debe ser el corazón o la base de una iglesia verdadera. Tertuliano, unos de los padres de la iglesia primitiva, habla de esto como “la gloria de la iglesia primitiva” – el hecho que los cristianos fueran conocidos por su afecto los unos con los otros al punto que sus adversarios lo notaban y decían: “Miren como estos cristianos se aman mutuamente” (Tertualiano, “Apol.” Cap.39).
Que esa sea la mejor manera de hacer más y más discípulos de Cristo, la mejor manera de hacer evangelismo: vivir el evangelio, modelar a Cristo y adorarle con nuestras vidas. Que busquemos hacer esto no para reconocimiento nuestro sino para la gloria de Dios, y de esta manera habrá cada vez más habrá adoradores que le adoren en espíritu y en verdad.
Los dejo con lo que el Pastor Bautista del siglo 18, John Gill, dijo al respecto:
“El emblema que distingue, y el carácter de un discípulo de Cristo, no es una vestimenta externa …como solían utilizar los Fariseos; ni es tampoco los ordinarios y extraordinarios dones del Espíritu derramados sobre los discípulos de Cristo lo que los distingue…sino que amarse los unos a los otros, amor fraternal era el carácter que les distinguía…” John Gill
¡Te animo a amarnos!
Muy bueno amor! A veces nos vamos buscando cumplir en aquello que consideramos más difícil y por lo tanto digno de mayor mérito, cuando lo que Cristo nos pide y demanda de nosotros es que nos amemos los unos a los otros, tenemos un largo camino que recorrer, pero con la ayuda y la gracia de Cristo podemos, como iglesia, llegar a distinguirnos por la forma en que nos amamos! Que Dios te bendiga por bendecirnos!
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gracias— es hermoso saber que el autor del amor…. es Dios…. y que su màxima expresiòn de amor hacia nosotros es su Hijo… Jesùs, el corazòn de una iglesia verdadera….por Èl y para Èl sea toda la gloria!!!
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Muy cierto que el amor viene de Dios, y si no hay amor en nosotros, todo lo que hagamos es vano y como un cántaro de agua vacío.
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Amen Susana. Gracias por su comentario. Bendiciones.
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