Clemente de Roma fue uno de los Padres Apostólicos. A esta «generación» de padres de la iglesia se les llamó así porque por así decirlo eran la primera línea, o los primeros descendientes de los apóstoles de Jesucristo. Fueron discípulos de dichos apóstoles y son los que recibieron de primera mano la enseñanza de ellos. Algunos parecen indicar que Clemente fue discípulo de Pablo y de Pedro.[1] Por otro lado, Pablo lo menciona en la Epístola a los Filipenses.[2] Ireneo también mencionó en sus escritos que Clemente había compartido con los apóstoles y había sido influenciado por ellos.[3] En definitiva era un hombre que iba a ser usado por Dios para predicar el evangelio y expandir lo que había aprendido de Cristo por medio de la enseñanza de los apóstoles. Había recibido instrucción directa de ellos y había convivido con ellos; todo esto lo ponía en una situación especial como referente de los que habían de venir después.

No se conoce mucha información respecto del lugar de nacimiento y su vida.[4] Lo que se sabe de él es casi exclusivo de sus escritos.[5] Se cree que murió alrededor del año 100 d.C.[6] Lo que sí se sabe es que Clemente fue el tercer pastor de Roma, sucediendo a Anacleto, quién había estado en el oficio por 12 años.[7] Otros dicen que no es fácil saber a cabalidad el tema de la sucesión de pastores que hubo en Roma; sin embargo es más aceptado que, como dicen otros, fue el tercero, después de Lino y Anacleto.[8] Vos nos dice también que Clemente “desempeñaba el puesto de anciano dirigente en Roma”[9]. Él pastoreó la iglesia en Roma desde el año 88 hasta el 97 d.C.[10] Roma era una ciudad importantísima; era la “capital del imperio y el centro simbólico de una civilización antigua”[11]. Esto lo ponía en una posición estratégica de contacto e influencia no sólo con el resto de iglesia sino también con los destinatarios de sus escritos. Si a esto le sumamos el hecho de haber tenido contacto directo con los apóstoles, en definitiva este hombre estaba en una posición importante. Había que escucharlo.

Parece que este hombre de Dios no fue siempre el pastor principal de esa congregación sino que co-pastoreaba con otros hombres hasta que eventualmente se convirtió en el pastor principal.[12] Otros dicen que no hay rastros de que hubiera un sólo pastor, usualmente eran varios y se refería a ellos en plural.[13] Estando como ministro en Roma escribió una carta a la iglesia en Corinto por lo que parece haber sido una división que se estaba dando entre los hermanos.[14] Era un conflicto importante donde los ancianos que habían sido instituidos como tal por los apóstoles habían sido depuestos por esta congregación.[15] Needham nos dice que era “un conflicto entre generaciones antiguas y jóvenes, los cristianos corintios habían depuesto a todos sus presbíteros y los habían reemplazado con nuevos líderes jóvenes”[16]. Esto lo confirma Dowley también.[17] Parece que la carta, conocida como Epístola de Clemente y escrita por el año 96 d.C. [18] (Schaff ubica la Epístola un año antes, en el 95 d.C.)[19], fue muy aceptada entre los primeros hermanos y las iglesias en general.[20] Se dice que Hermas y Dionisio la conocían y que se solía leer en la iglesia. La misma citaba bastante del Antiguo Testamento, libros judíos y los escritos de los apóstoles.[21] En ella, Clemente quería garantizar que la iglesia se manejaba en orden, como todo en el Señor; aparte les hace un llamado a restablecer a los ancianos de la iglesia y a respetarlos ya que no había razón justa para su deposición – así como el Señor había escogido a los doce, los apóstoles habían puesto a los líderes y eso debía mantenerse.[22] Tal parece que esta carta es la “más antigua (carta) cristiana fuera de la Biblia”[23] Se cree que esta carta se escribió muy temprano y que probablemente circuló con otras cartas de los apóstoles; de hecho, algunos creen que él pudo haber traducido el libro de Hebreos ya que tiene similitudes de estilo y frases con la epístola que él mismo escribió.[24] Su segunda epístola, si es que fue de él, no fue de todas formas tan bien aceptada.

Este Padre Apostólico escribió otras cartas también, muchas de ellas llegaron a ser muy circuladas y obtuvo la reputación de ser un buen escritor y teólogo; se solía decir que los apóstoles le usaban para escribir a las iglesias por su erudición.[25] También se le adjudicó muchos otros escritos. De hecho, allá por el siglo cuarto se dijo que varios escritos eran de él pero resultó siendo falso.[26] En cuanto a su muerte, se cree que fue en el Mar Negro cuando se le puso un ancla y fue lanzado al mar.[27] En cuanto a su teología, tanto él como el resto de padres no hacía mucho uso de la teología o de argumentos muy elaborados sino que se limitaban más que todo a citar las Escrituras. Escribió acerca de “la soberanía divina, depravación radical, elección soberana, expiación definitiva, llamado irresistible”[28], entre otras cosas.[29]

 


[1] Steven J. Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, A Long Line of Godly Men: A.D. 100-1564 (Lake Mary, FL: Reformation Trust Pub., 2010), 49.

[2] Eusebius, Eusebius’ Ecclesiastical History: Complete and Unabridged, new updated ed. (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1998), 3:82.

[3] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 51.

[4] Ibid., 50.

[5] Jules Lebreton and Jacques Zeiller, The History of the Primitive Church, vol. 1 (New York: The Macmillan Company, 1949), 411.

[6] Tim Dowley, Introduction to the History of Christianity, second ed. (Minneapolis: Fortress Press, 2013), 76.

[7] Eusebius, Eusebius’ Ecclesiastical History, 3:82.

[8] Lebreton and Zeiller, The History of the Primitive Church, 410-11.

[9] Howard Frederic Vos, Breve Historia de La Iglesia Cristiana, ed. revisada y ampliada (Grand Rapids: Publicaciones Portavoz Evangélico, 1988), 15.

[10] John Anthony McGuckin, The Westminster Handbook to Patristic Theology, The Westminster Handbooks to Christian Theology (Louisville, KY: Westminster John Knox Press, 2004), 68-79.

[11] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 5.

[12] Ibid., 50.

[13] Dowley, Introduction to the History of Christianity, 76.

[14] Eusebius, Eusebius’ Ecclesiastical History, 3:82-83.

[15] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 50-51.

[16] Nicholas R. Needham, 2,000 Years of Christ’s Power. Part One: The Age of the Early Church Fathers (London: Grace Publications Trust, 1997), 58.

[17] Dowley, Introduction to the History of Christianity, 76.

[18] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 49-51.

[19] Philip Schaff, History of the Christian Church, vol. 1, 3rd ed. (Peabody, Mass.: Hendrickson Publishers, 1996), 493.

[20] Eusebius, Eusebius’ Ecclesiastical History, 3:82-83.

[21] Dowley, Introduction to the History of Christianity, 76.

[22] Needham, 2,000 Years of Christ’s Power. Part One: The Age of the Early Church Fathers, 58-59.

[23] Vos, Breve Historia de La Iglesia Cristiana, 15.

[24] Eusebius, Eusebius’ Ecclesiastical History, 3:103.

[25] McGuckin, The Westminster Handbook to Patristic Theology, 68-69.

[26] Dowley, Introduction to the History of Christianity, 76.

[27] Lawson, Pillars of Grace, vol. 2, 50.

[28] Ibid., 51.

[29] Ibid., 51-56.